lunes, 26 de marzo de 2007

Dia 4. Parte II Fiesta Fin de Año en el Nilo.

Despues de pasear por Esna volvemos a la motonave. Esa noche es fin de año y tenemos cena "especial" y fiesta. Como ya os he dicho la comida en la motonave suele ser monótona. Esa noche desde luego "tiraron el barco por la ventana": teníamos menú de lujo.

Algo curioso: esculturas con comida. Hicieron figuras con todo tipo de frutas, verduras ... hasta las tartas!.

Durante la cena nos ofrecieron la posibilidad de tomar una botella de Champang egipcio por el módico precio de 250 L.E , unos 30€. Nosotros no quisimos. Habíamos probado el ron y el whisky egipcio y no teníamos ganas de experimentos.

Sin embargo tuve la posibilidad de probarlo. De hecho todo aquel que compró el dichoso Champang ofrecía a todos una copa ... con la esperanza de terminar pronto la botella. Realmente malo, muy malo.
Despues de la cena a la "sala de fiestas" para esperar la llegada de la medianoche.

Nos entregaron una bolsa de cotillón consistente en gorro de cartón, serpentinas varias y una bolsa con una bolas de papel de colores cuyo significado y utilidad desconozco.
Curiosamente lo pasamos en grandes con las bolas de colores. ¿Cómo? pues dándonos bolazos unos a otros.

Llegaron las 12 de la noche. En Egipto la tradición de las uvas no la conocen por lo que nos dieron pasas. Doce por cabeza.
Tampoco existia la posibilidad de ver las campanadas en la "uno" desde la Puerta del Sol y presentadas por Ramón García asi que nos pusieron un Cd con campanadas. Por mi reloj eran las 24:07.
Tras esto comenzó la fiesta propiamente dicha y llegó la bailarina de la danza del vientre.
He aquí el bellezón egipcio. Sobran los comentarios.




Depués de los bailes de Miss Nilo 2007 apareció en escena un bailarín. Este practicaba una danza típica, de la que no recuerdo el nombre, que consiste en dar vueltas una y otra vez. a un ritmo vertiginoso y durante unos 20 minutos.
La verdad impresiona.



Estuvimos bailando, bebiendo y tirándonos bolas durante unas horas.
Algunos subimos a la cubierta con la esperanza de ver como cruzábamos la esclusa de Esna. Por desgracia los 20 grados bajo cero y el cansancio acumulado no dejaron que aguantásemos mucho más.